AMIEL-LAPEYRE, AUGUSTA
Por primera vez en español, una amplia selección de los finos y a veces «asilvestrados» pensamientos de una mujer singular, que, anotados a lápiz en pequeños cuadernos, vieron la luz en cuatro entregas: 1913, 1923, 1930 y 1935. Las máximas, tan penetrantes como llenas de humanidad, emoción, ironía y tristeza, forman un conjunto armonioso en su variedad. Fueron destiladas a lo largo de una sosegada vida en el campo, en una región del sur de Francia desde la que París se veía como algo ajeno, bullicioso y frívolo, que, sin embargo, se reconocía como fuente de todo prestigio. Merece la pena transcribir aquí parte de una de las primeras críticas que recibió en un periódico local occitano, por el aroma de actualidad que nos llega desde aquel lejano 1914: «¿Quién es esta modesta autora, A.A.-L.? [...] No se trata de una de nuestras modernas mujeres escritoras, que abarrotan la literatura contemporánea con sus estados de ánimo efectistas, sus complicaciones sentimentales en el fondo tan simples y que ellas creen tan raras. Es una mujer de mente equilibrada, clara, profunda, que reflexiona, que pien