HERRERO GIL, MARDÍA
«De repente, me pongo a correr, como si la mochila no me pesara. Y le voy diciendo adiós a cada roble, adiós a cada hórreo y a cada flecha amarilla. Y canto, otra vez canto, aquel tema de Medina Azahara que tanto le gusta a mi padre: “Necesito res