MARTINEZ LOZANO, ENRIQUE
Para sorpresa general, la espiritualidad es un valor en alza. Pero, en realidad, la emergencia espiritual de la que somos testigos noresulta algo extraño: liberada de lastres del pasado y desuperficialidades posmodernas, espiritualidad es sinónimo deprofundidad humana y, por tanto, de fraternidad universal. Se trata de una espiritualidad sin adjetivos que no deja nada fuera, sino que loabraza todo.
Así entendida, la espiritualidad no se refierea algo que pudiéramos tener -una cualidad o actitud-, sino que nombraaquello que somos en lo profundo, a la vez que nos propone el modo dereconocerlo. En diálogo con los críticos de la que llaman nuevaespiritualidad, el autor, aun reconociendo los riesgos que la acechany que es necesario detectar con lucidez, trata de clarificarrigurosamente sus contenidos y de mostrar la profunda riqueza queencierra.
El desafío espiritual consiste en comprender loque somos y buscar modos de compartirlo, celebrarlo y hacerlooperativo para dejarnos transformar por ello, personal ycolectivamente. Solo la verdad libera, solo la comprensión transforma.