KARDEC, ALLAN
Los Espíritus del Señor, que son las virtudes de los cielos, así quehan recibido la orden, se esparcen por toda la superficie de la tierra como un ejército inmenso, parecidos a las estrellas que caen delcielo, vienen a iluminar el camino y a abrir los ojos a losciegos.
En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas a su verdadero sentido, paradisipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a losjustos.
Las grandes voces del cielo retumban como el sonidode la trompeta, y los coros de ángeles se reunen. Hombre, osconvidamos al divino concierto; que vuestras manos pulsen la lira; que vuestras voces se unan y que en himno sagrado, se extiendan y vibrende una a otra parte del Universo.
Hombres, hermanos a quienes amamos, estamos a vuestro lado; amaos también unos a otros, y deciddesde el fondo de vuestro corazón, haciendo la voluntad del Padre queestá en el cielo: ¡Señor! ¡Señor!, y podréis entrar en el reino de los cielos.
El Espiritu de la Verdad