BATRES JÁUREGUI, ANTONIO
Los indios de nuestros tiempos no pueden dar ningunas noticias acerca de la historia de ese pueblo desconocido; los que vivían hace trescientos años, al tiempo del descubrimiento de América, tampoco han dicho nada de que se pueda siquiera inferir una hipótesis; las tradiciones, que son monumentos perecederos y sin cesar renacientes del mundo primitivo, no dan luz ninguna; y sin embargo, no se puede poner en duda que allí vivieron miles y miles de nuestros semejantes. ¿Cuándo llegaron pues? ¿Cuál fué su origen, su destino y su historia? ¿Cuándo y cómo perecieron? Nadie lo podrá decir. ¡Cosa extraordinaria! Hay pueblos que han desaparecido tan completamente de la tierra, que hasta se ha borrado la memoria de su nombre; se han perdido sus lenguas; su gloria se desvaneció, como un sonido sin eco; pero ignoro si existe uno sólo que no haya dejado, por lo menos, un sepulcro en recuerdo de su paso por este mundo. ¡Ay! y que de todas las obras del hombre, la más durable sea la que pinta mejor su existencia perecedera y fugaz. Aunque el vasto país lo hayan habitado numerosas tribus de indígenas, se puede decir con ju